Vivir improvisando


Vivir improvisando, porque no hay
otra manera.
Dejarse sorprender por el destino
malabarista
que invita a conseguir los imposibles.
Cosechar porvenires de secano y
preñar las alboradas. Abrazarse
al dolor hasta hacerlo bueno, como
el único argumento suficiente
para la salvación.
Escudriñar la brisa de pronósticos
y, aun así, apostar por el futuro
y jugarse la vida por qué no
para perderla.



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